NOTICIA Tercera temporada de la Exposición Multiverso

La Fundación BBVA presenta “Hasta que las nubes nos unan”, videocreación de Lluis Escartín que indaga en los enlaces subconscientes entre diversas culturas

En occidente hemos dejado de cantar. Esta idea como metáfora, como representación de las otras consecuencias que tienen el progreso y el avance tecnológico, sobrevuela los más de sesenta minutos de duración de “Hasta que las nubes nos unan, Guardiola-Diola”, la última película de Lluis Escartín, que ha sido producida gracias a una Beca Multiverso a la Creación en Videoarte 2017 y que la Fundación BBVA presenta y proyecta en su Sala Multiverso hasta el próximo 1 de septiembre.

25 julio, 2019

Exposición

Hasta que las nubes nos unan, Guardiola-Diola

Perfil

Lluís Escartín

Trailer

'Hasta que las nubes nos unan'

Estreno

'Hasta que las nubes nos unan'

“Hemos ganado unas cosas a nivel material y hemos perdido otras a nivel no material. Ocurre que lo que hemos perdido no lo podemos cuantificar porque son valores. Pero es importante saber lo que hemos perdido para saber quiénes somos y dónde estamos”, argumenta Escartín.

El artista muestra en la cinta la experiencia que vivió durante meses junto a los Kuwatay Diola, un grupo étnico que se encuentra mayoritariamente en el actual Senegal, en la que buscaba representar de la manera más fidedigna, pero a la vez libre de prejuicios, esa cultura centenaria que corre, ahora, el riesgo de extinguirse: “He estado bastantes años trabajando en distintas partes de África”, relata “y estaba fascinado por culturas que están desapareciendo pero que tienen mucho que ofrecer al mundo.[…] Tuve la loca idea de decir: si están desapareciendo modelos de vida tradicionales en España  y están desapareciendo modelos de vida tradicionales en esquinas ocultas de África, me gustaría hacer el experimento de juntar estas dos culturas”. Y al lado de los Diola decidió situar a sus convecinos de Guardiola de Font-rubí, provincia de Barcelona.

Pero no de una manera racional, ni tan siquiera analítica: el proceso de unir esas dos realidades separadas por miles de kilómetros a través de la imagen lo hace Escartín inspirado en la filosofía surrealista de utilizar lo onírico como conductor del relato: “Intento trabajar como trabajaba Luis Buñuel al principio: haciendo una asociación libre de ideas basándome en el subconsciente. Intento mostrar estas imágenes como si fuera todo un sueño”.

Un sueño en el que los guerreros Kuwatay Diola se entremezclan con payeses del Alto Penedés. En el que los cánticos ancestrales centroafricanos contrastan con el silencio europeo. “La relación entre las imágenes sería esta: yo estoy en África pero recuerdo mi cultura, mediante imágenes que me impresionan pero sin pretender ni analizar ni comparar. Dejas que el cerebro se relaje, meditas y permites que las imágenes se asocien al quedarse en tu memoria, porque son una alegoría de algo pero no sabes muy bien de qué…”, subraya.

En la obra se mezclan lo material y lo espiritual de un modo no narrativo, surgiendo casi a borbotones, de la misma manera que se mezclan las costumbres y los testimonios de ambas civilizaciones, tan alejadas en apariencia pero con una base común, tal y como apunta el autor: “En muchas culturas tradicionales, y en España antiguamente, el canto formaba parte de una relación con la comunidad y con la naturaleza y ahora en España básicamente ha desaparecido [a diferencia de lo que ocurre en África]. Uno de los personajes del Penedés dice una idea parecida “antes la gente vivía con miseria, pero cantaban; ahora viven con prisa y no cantan”.

“La experiencia, tanto fílmica como cultural, más profunda que he tenido en mi vida”

“Era la primera vez que una cámara entraba en el mundo de los Kuwatay Diola, porque han tenido un conflicto armado que ha durado casi cuarenta años. Por eso, cuando llegué, al principio estaban muy recelosos, no sabían qué quería de ellos, nunca había llegado alguien con una cámara con la intención de documentar su vida”. Para poder llegar al corazón de su cultura, Escartín tuvo que pasar un arduo ‘proceso de selección’, examinado por los propios habitantes de la villa senegalesa: “Tras vivir como viven ellos (vivir con ellos, comer con ellos, ser picado por los mismos mosquitos que ellos…), que es muy duro, un día me dijeron: ‘puedes quedarte y puedes filmar’”.

Estuvo en el pueblo durante un mes y medio, después regresó a su casa para trabajar el material de grabación (“era fascinante”, destaca) y al cabo de seis meses regresó a Diola para filmar más y porque quería que la comunidad viera el material que estaba rodando sobre ellos: “Nunca se habían visto en una pantalla y les mostré el trabajo a medio hacer y les entusiasmó. Eso me animó mucho a hacer el trabajo tal y como lo he acabado: un poco más radical y un poco más profundo”.

Los Diola son animistas (creencias según las cuáles todos los objetos inanimados y los elementos del mundo natural tienen en su interior seres sobrenaturales, dotados de razón, inteligencia y voluntad, y gobiernan su existencia), lo que los aleja del resto de la sociedad senegalesa, mayoritariamente musulmana, en varios aspectos. Escartín destaca entre ellos la autonomía que tiene la mujer: “Son culturas donde la mujer tiene una libertad que es totalmente desconocida tanto en el islam como en el cristianismo. En estas culturas no existe la violencia de género contra las mujeres porque es impensable: la mujer es sagrada”.

“Hasta que las nubes nos unan” no es fácil de clasificar, reconoce el propio artista, que, parafraseando a la crítica, acuerda: “es una mezcla de cine experimental con documental de autor”. Mucho de autor hay en la cinta, cuando Escartín llega a afirmar que: “de los más de treinta años que llevo filmando creo que ha sido la experiencia, tanto fílmica como política o cultural más profunda que he tenido en mi vida. He explorado cosas de las que yo mismo no soy consciente porque lo he hecho como se exploraba antiguamente, con la intuición. Incluso leyendo críticas de especialistas que se han publicado sobre la obra puedo entender mejor lo que he hecho, porque yo no soy consciente de lo que he hecho y me voy dando cuenta gradualmente”.

Para Escartín, la Beca Multiverso “lo ha supuesto todo”, ya que sin ella no podría haber realizado un proyecto “tan arriesgado, con tanta infraestructura necesaria y bastante difícil”.

Laura Baigorri, comisaria de la serie expositiva Multiverso y profesora titular especialista en Arte y Nuevos Medios en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona, considera que “’Hasta que las nubes nos unan, Guardiola-Diola’ es una celebración de la vida y la muerte donde la cámara dialoga directamente con el paisaje. El autor demuestra su instinto natural para capturar la realidad y fundirse en ella. A su capacidad innata de conectar con el entorno  y con las gentes que lo habitan se suma la voluntad de vivir realmente todas las situaciones, de compartir las mismas experiencias que sus compañeros de viaje. En sus vídeos no hay ‘objeto de investigación’, simplemente  porque no se produce ninguna disociación, Lluís Escartín vive la vida que graba”.